Prueba a enseñar cualquier cosa -que tenga un mínimo de interés, claro- a un niño o a un grupo de niños: su reacción será inmediata. Se acercan, se arremolinan, quieren mirar, tocar con sus propias manos, conocer...
Es fácil enseñarles, porque todo les motiva, si encontramos la manera y el momento adecuado.
No hagáis caso de aquello que nos decían de pequeños... la curiosidad no mató al gato. Le ayudó a crecer.
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