Llegamos por la mañana y nos reciben unas huellas en el suelo, que llevan directamente a nuestras aulas. No pasan desapercibidas: los niños -y muchos de sus papás- las miran, especulan sobre su procedencia (¿osos, perros, la Patrulla Canina... lobos?- con un puntito de miedo y mucho de curiosidad.
Después, una "lluvia de ideas" para ver cuántas cosas conocemos de estos animales, donde se mezcla fantasía y realidad, con propuestas para protegernos ("podemos hacer una casa de ladrillos, como las de los cerditos"; ante el comentario de que no sabemos cómo, la respuesta segura: "mi papá sabe").
El día termina con entusiasmo, preparando el material para construir nuestro propio refugio.
Os mostraremos más...
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