A veces -ya lo hemos comentado en otras ocasiones- vamos por la vida sin mirar. Tanto es así, que dos fardos de heno en un pasillo de la escuela no llaman nuestra atención, preocupados como vamos por ayudar a los niños a quitarse el abrigo, entrar a tiempo a clase... Sólo unos pocos, con menos obstáculos de cuerpos que les tapasen la visita, se percataron de que algo diferente había ahí.
Una vez solos, salimos de nuevo al pasillo y, con calma, van elaborándose hipótesis de cómo ha llegado aquello hasta aquí, por qué... Comenzamos a hablar de los animales, las granjas, los cuentos...
Algunos comentarios:
-Parece paja, me ha pinchado.
-Sí, como la de los tres cerditos.
-Y el lobo.
-Es para las gallinas.
-Las gallinas ponen huevos.
-En la granja hay gallinas y parques. Y nada más.
-Había caballos.
-Los dientes de los caballos son muy fuertes.
-A mí en la granja los caballos querían comerme la mano.
-Yo he visto gallinas en la tele.
-Cuando es de día las gallinas hacen kikirikiii.
-Noooo... las gallinas y los gallos son distintos. Tienen una cresta roja los gallos.
-Y "abejas".
-Yo fui a una granja, había una oveja bebé, yo el di el biberón
-Los loros viven en las ramas... y en las jaulas. el loro tiene una jaula, como los hombres que se portan mal y les mete la policía.
-Mi papá tiene un águila. ha criado pájaros. y hay un animal muy grande en la bajera....
Y así podríamos seguir durante largo rato.
Si les damos la posibilidad, los niños saben contar muchas cosas, les gusta reflexionar, debatir, contrastar...
Os contaremos.
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