Estábamos tranquilamente a lo nuestro, en las cosas de cada día, cuando de pronto escuchamos una especie de pitido, que parecía que venía de fuera del cole. Miramos por la ventana, pero no, de ahí no provenía.
Decidimos salir al pasillo a investigar un poco. El sonido iba y venía, paraba y comenzaba de nuevo... No había señal de peligro alguno -como corresponde a una alarma de incendios- pero no cesaba.
Fuimos observando cajetines, extintores... hasta llegar a la puerta principal.
Ahí estaban muy afanosos, el director, el conserje, la secretaria... tratando de parar el dichoso ruidito.
Esperamos tranquilamente hasta que Joxe nos explicó, con mucha paciencia, qué era lo que ocurría.
Alguien había tocado inadvertidamente el interruptor.
Ahora sabemos muy bien qué hay que hacer en caso de incendio, aunque afortunadamente, fue una falsa alarma.
Y lo más importante. Hemos aprendido algo que no estaba previsto, fuera de programación, y nos ha encantado. Porque tiene que ver con la vida...
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