Con qué delicadeza cuidan a estos bebés de juguete. Sienten que son frágiles, que necesitan de "un mayor", que se ponen enfermos, tienen hambre... En su juego hay una especie de "desdoble" entre cuidar y ser cuidado, ser quien prodiga atenciones y transferir sus emociones a ese muñeco que ahora es para ellos un niño de verdad, pequeño, con necesidades de mimos y cariño.
El juego simbólico es necesario y liberador; a través de él dan y reciben lo que como niños y niñas pequeños, más valoran -más que regalos, juguetes, más que todo lo que se compra con dinero-: la atención y el amor.
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