El objetivo no es construir, representar, "copiar" con más o menos fidelidad algo que vemos o a lo que se nos anima (una culebrita, un caracol...). Lo bueno de su entusiasmo es que no persigue un fin, que su experimentación es ya un fin en sí mismo: toco esta materia fría, blanda en mis manos, la amaso, la golpeo, la fragmento ordenadamente, compruebo que se estira, se aplasta, que conserva mi huella. Después, puedo devolverla a su forma original, para retomar otro día este contacto con la tierra que me permite la libertad de la transformación. Sin buscar nada más.
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