Los niños encuentran placer en buscar de manera natural el equilibrio y la alternancia ordenada de elementos que tienen a su alcance, sin necesidad de que los adultos -sobre todo las "maestricas", con la sana intención de alcanzar los objetivos curriculares- tengamos que indicarles nada. Quizá, cuando les ofrecemos una actividad con poco sentido para ellos, decidan romper justamente esa secuencia que a nosotras nos interesa -"ahora pon: verde-rojo-verde-rojo..."- rompiendo entonces el molde en que queremos aprisionarles
-" rojo-rojo-rojo-¡verde! "-.
Aquí, se han sentido libres para organizar en un pequeño espacio una estructura perfecta...
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