El juego del cucú tras-tras, con el que nos hemos acercado muchas veces a los más pequeños para ganar su confianza, sigue gustándoles, por lo que tiene de estoy/no estoy, de lugar de refugio y escondite, una especie de seno materno que acoge y envuelve.
Aunque el mobiliario de la escuela no invita demasiado, para ellos no es impedimento. Unas telas y una estantería ---y se consigue un rinconcito de intimidad.
Qué bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario