La puerta del aula tiene la función de resguardar, proteger, aportar intimidad al grupo... Pero también, al abrirla, se convierte en una invitación a la participación y la complicidad. La escuela transparente y acogedora debería estar, sino siempre, a menudo abierta. Abierta a la mirada del otro, a tranquilizar, a recibir y escuchar aportaciones y propuestas. Durante todo el año. No valen sólo esas pinceladas de apertura en Navidad, en carnaval, al despedir el curso. Es más lo que nos une que lo que nos separa, estamos en el mismo lado.
Entrad...Si no os lo ofrecemos, pedidlo. Todos saldremos ganando.
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