En plena vorágine tecnológica parece que ya nada puede sorprendernos, y no podemos tampoco sorprender con nada. Nuestros alumnos han nacido en la era digital, y pronto nos superarán en casi todo.
Sin embargo, un aparato apagado, dormido, muerto casi podríamos decir, no es útil para nada. Ante la tozudez de su silencio, la creatividad. Una tiza y un par de trazos le dan vida.
Y a otra cosa...
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