martes, 23 de julio de 2019

¿CÓMO ESTAMOS EDUCANDO?



"¡Mira, mamá, está haciendo un nido!" la madre está centrada en la pantalla de su móvil y tira del brazo del niño "sí, sí, corre vamos, que se hace tarde". Esta escena se produce a media mañana del mes de julio, en un parque, momento supuestamente de calma y sin demasiados horarios.

Escribo contra mi costumbre este verano, fuera del aula, porque creo que debemos pararnos seriamente a reflexionar sobre qué estamos haciendo con nuestros niños. La sociedad de la prisa en la que vivimos se está comiendo la infancia. La atención a lo pequeño, lo cotidiano, el milagro de la vida de cada día nos pasa desapercibido, y se lo estamos también robando a ellos. Por suerte, la infancia es pertinaz y vuelve cada poco a recordarnos lo importante. También están ahí los abuelos, únicos ya que tienen una oreja para escuchar -como dice el cuentecillo de Rodari- y poner todos sus sentidos en sus  necesidades.

 Recomiendo la lectura de Catherine L´Ecuyer, Educar en el asombro. En este libro nos habla de todo esto, y muchas otras cosas -cómo adelantamos aprendizajes de manera inadecuada, con efectos nocivos, por ejemplo- de forma enternecedora y firme a la vez.

Os deseo días felices, a pesar del calor y del trabajo. Sacad cada día un ratito para ellos. Quitadlo de las pantallas -tele, móvil, ordenador, tablet...-. No las necesitan. Un cubo y unas piedrecitas, en vuestra compañía, será suficiente.



UN SEÑOR MADURO CON UNA OREJA VERDE

Un día, en el Expreso Soria Monterde,
vi que subía un hombre con una oreja verde.
No era ya un hombre joven sino más bien maduro,
todo menos su oreja, que era de un verde puro.
Cambié pronto de asiento y me puse a su lado
para estudiar el caso de cerca y con cuidado.
Le pregunté:–Esa oreja que tiene usted, señor,
¿Cómo es de color verde si ya es usted mayor?
Puede llamarme viejo –me dijo con un guiño–
esa oreja me queda de mis tiempos de niño.
Es una oreja joven que sabe interpretar
voces que los mayores no llegan a escuchar:
Oigo la voz del árbol, de la piedra en el suelo,
del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.
Y comprendo a los niños cuando hablan de esas cosas
que en la oreja madura resultan misteriosas…
Eso me contó el hombre con una oreja verde
un día, en el expreso de Soria a Monterde
Gianni Rodari


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