sábado, 17 de junio de 2017

QUÉ CURIOSO...


Entre los objetivos principales de la educación debería figurar con letras mayúsculas uno que todo el alumnado alcanzaría sin esfuerzo: desarrollar la curiosidad.

¿Quién no ha observado en más de una ocasión  a cualquier niño o niña, de edad indistinta, agachado, o trepando, o espiando por una  rendija animales o plantas, o cualquier cosa diminuta? La reacción del adulto que le acompaña -incluidos en alguna ocasión, los propios docentes- suele ser: "venga, vamos, no te pares que es tarde, está sucio, no toques..."... y así ocurren los despropósitos como un excepcional día de nieve que contemplamos desde detrás de las ventanas, o una columna de hormigas avanzando, o...

Por suerte ellos, ignorándonos, no dejan pasar la vida. Se detienen a observarla, y participar de ella.







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