Alegría y muchos nervios. Así podríamos definir nuestro primer día, después de dos meses largos de verano sin vernos. Agolpados en la puerta y en los pasillos, niños y niñas vuelven a la escuela. Atrás, horas de plaza y piscina, playa, el pueblo de los abuelos. Una vida en pantalón corto muy apetecible que cuesta un poco -a pequeños y mayores- dejar.
Pero, al poco rato de atravesar el umbral, la inquietud va sustituyéndose por curiosidad para explorar el nuevo entorno, ir probando de un lado a otro materiales y rincones, volvernos a sentar en asamblea para intercambiar nuestras experiencias.
Hasta nos sentimos un poco mayores, y tratamos de acoger a estos otros niños, más pequeños, que se incorporan por primera vez a nuestras aulas.
Nos espera un gran año, lleno de historias aún por vivir.
Desde aquí, os iremos contando...
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