Los adultos vivimos inmersos en la prisa. Hay que levantarse rápido, vestirse y desayunar para llegar al cole... A la vuelta corriendo a casa, que hay mucho que hacer, y en seguida llega la hora del baño para cenar y acostarse, que mañana hay que levantarse rápido...
Los niños y niñas no tienen nuestro sentido del tiempo. El único momento que existe es el presente. Ahora miro esa hormiguita que sube por el árbol, ahora juego con mis animalitos y mis muñecos, ahora estoy remoloneando para salir del baño porque estoy muy a gusto... Cada momento es un regalo, que a veces no tenemos tiempo de desenvolver y tratar con mimo y cariño.
Esto nos ocurre también a veces en la escuela. Queremos que aprendan muchas cosas, que hagan rápido sus rutinas, que se preparen para salir, para volver, para almorzar... También el profesorado tenemos que aprender a adecuarnos a sus ritmos. En su libro La pedagogía del caracol, Gianfranco Zavalloni nos habla de cómo hacer de la escuela un lugar tranquilo y no violento.
Vayamos pues, con más calma. Seguro que todo será más placentero y nuestros niños y niñas lo agradecerán.
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