Está muy bien que niños y niñas tengan hoy en día la oportunidad de aprender diferentes idiomas que les enriquezcan culturalmente y les abran puertas en el futuro. Pero no se puede negar que, al menos en edades tempranas, limita la comunicación que vaya más allá de los importantes aprendizajes de escuela. Hay que reconocer la ventaja de manejar el mismo idioma en el aula, que permite profundizar en conversaciones y experiencias que a los niños y niñas les encantan.
Cuando les cuento anécdotas de mi propia infancia -travesuras de mis hermanos, las cosas que me asustaban o enfadaban, experiencias en el cole- su atención es absoluta. Veo que se sienten completamente identificados, e incluso yo, por un momento, me siento también como si tuviera su edad, y hasta digo cosas como "es que a los niños no nos gusta..., o "nos da miedo"...o....
Y en ese momento les comprendo, entiendo sus inquietudes, sus deseos, sus interrogantes, sus miedos.
Hablemos más con la infancia, desde nuestra propia infancia.
Pongámonos a su altura, y nos sorprenderemos.
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