Jugar no es perder el tiempo. Los niños y niñas necesitan un cauce de comunicación y expansión que tiene su expresión en el juego; esta actividad adopta distintas caras: puede ser juego libre, dirigido, estructurado... pero siempre, siempre, tiene que enriquecer, aportar, divertir.
Les ayuda a relacionarse y a ayudarse. Y de paso, sin casi darse cuenta, aprenden. De longitudes, medidas, peso, números, cantidades... ¡ las matemáticas no tienen por qué ser aburridas!
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