En tiempo de pandemia, las actitudes se vuelven extremas: desde quienes se unen y ayudan, a aquellos que prefieren refugiarse en la individualidad y, en cierta medida, en el "sálvese quien pueda".
En la vida ordinaria, también nos ocurre. La comodidad, la pereza, a veces la decepción por experiencias pasadas... nos empuja a veces a vivir de espaldas a los demás.
Pero en la infancia, el instinto gregario prevalece. Los niños se buscan, se agrupan, juegan y crean mejor en equipo que en solitario.
Aquí los vemos. Colaborando, compartiendo, ayudándose.
A pesar de la pandemia.
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