Veo tantas sugerencias de aplicaciones, enseñanzas on-line, divertidos juegos de recompensa con puntuaciones al alumnado en función de su comportamiento (Dojo y otros), plataformas donde puedes dibujar, cantar, cocinar, construir... que a veces me pregunto si los maestros estamos de más. Si a lo mejor llegará el dia en que una ciber- profe me sustituirá. Más joven, más lista, más guapa, más chupi-guay...
Pero entonces miro a las niñas y niños de mi aula, que se acercan a contármelo todo, que me piden que les mire, les escuche, me dan sus dibujitos con corazones. Y me doy cuenta de que no sobramos, que somos aún necesarios. Y de que nosotros tampoco somos nada sin nuestro alumnado, porque ellos son la razón de que la escuela exista.
Qué bien...
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