Como observo a menudo, lo cotidiano supera con creces a las grandes planificaciones.
Un día llevé a clase una ramita de una planta y les comenté - a modo casi de confidencia, como hablan los amigos en que ya nos hemos convertido- que la Alegría que tengo en casa se estaba haciendo enorme, y por más que la cortaba y regalaba, no dejaba de crecer.
Y a ello nos pusimos.
En poco tiempo, de un pequeño brote hemos ido viendo cómo iba transformándose en una bonita planta a la que han ido saliendo flores. De ella hemos conseguido otra, y después otra...
Qué contentos se ponen cada día que vienen y la observan.
Probad en casa. Rápido, barato y... natural cien por cien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario