No sabemos muy bien en qué momento algunas personas pierden el gusto por la lectura, o si quizá no lo tuvieron nunca...Al igual que otras aficiones, es fundamental cómo se presenten: como algo divertido y fantástico, que te abre nuevas puertas al conocimiento, a la investigación, a la evasión... o como una tarea ardua y pesada que sólo forma parte del trabajo obligatorio en la escuela, pero que se olvida en cuanto la abandonamos.
Una pena. Yo suelo contar a mis alumnos cómo de pequeña tenía casi que esconderme desobedeciendo a mi madre para dejar ya el libro que tenía entre manos e ir a comer, a dormir, o a lo que tocase. Leer era un placer, y nadie -ni siquiera la escuela- consiguió arrebatármelo.
Aquí están, en el reciente Día del Libro, tan a gusto. Solos o escuchando a sus compañeros más mayores. Para estimularles un poco más, cada uno, cada una, llevó a casa un marca-páginas personalizado. La idea es utilizarlo con sus propios libros.
Si lo han extraviado, preguntadles cómo lo hicimos, seguro que lo recuerdan.
Pero sobre todo, ese o cualquier otro, dadle utilidad, animándoles a leer. Mientras van aprendiendo, vosotros, padres y madres, sois los intermediarios.
Leedles, leedles mucho. Cualquier libro que les guste, que les atraiga, no importa -de momento- lo que sea.
Lo que sembremos hoy -sí, soy pesada, pero no me canso de repetirlo- recogeremos el día de mañana.
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