Durante la infancia, todo lo que hacemos está cargado de intensidad. Desde momentos de enfado y frustración, hasta la emoción sublime de tener un corderito en brazos o bailar sin tapujos y con alegría.
Estas emociones "a corazón abierto" son todas buenas, para crecer, ellos y para conocerles, nosotros, personas adultas que estamos acompañándoles cada día. Si les dejamos apertura para expresarse podremos ayudarles y estar a su lado en este tramo tan importante de la vida.
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