Desde el año 2002 existe un movimiento pedagógico -"pedagogía slow"- que propone desacelerar los ritmos educativos y adaptarlos a los ritmos individuales de cada niño y niña. Cada vez son más las voces que hablan alarmadas de la presión a que sometemos a nuestros alumnos e hijos en una carrera que no lleva a ningún sitio... y ahora lo estamos viendo.
En su libro Elogio de la educación lenta, Joan Domènech nos habla -sobre todo a los maestros, pero también a las familias-, de la necesidad de respetar los tiempos y el momento oportuno para aprender de cada niño. Cada uno tenemos nuestro ritmo, también los adultos. Es necesario que quien nos acompañe a lo largo de la vida lo sepa ver.
Seguro que todos recordamos aquellas cosas que nos enseñaron en la escuela y que pasaron de largo por nuestras mentes... en cambio otras, de la mano de personas que sabían transmitir conocimientos y sobre todo, cariño, han permanecido en nuestra memoria.
Aprovechemos, pues, estos tiempos que nos han llegado sin desearlo, para mirar con calma a nuestro alrededor, leer un libro, escuchar buena música... y redescubrirnos.

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