A veces nos conformamos con dar a los niños productos visuales -o sonoros- preparados por adultos que solo quieren vender, sin que haya una mínima calidad estética. El hecho de que sean aceptados por los peques no significa que sean buenos, con el argumento de "le gusta, está quieto, se divierte, es colorido..."
El mundo de los sentidos es muy rico, y lo que mostremos a la infancia será la fuente de la que beba.
En cuadros, libros, música... busquemos y ofrezcamos calidad, riqueza, posibilidad creativa, ganas de saber más, de hacerse preguntas, de experimentar. No empobrezcamos el conocimiento, alimentémoslo.


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